sábado, 2 de octubre de 2010

Me quedo con Don Bosco

P. Pablo Abreu, SDB 
abreusdb@hotmail.com




LA INOLVIDABLE VISITA QUE TRAjo bendiciones


El primer obispo y cardenal de la Congregación, Juan Cagliero, tuvo su primer encuentro con Don Bosco a la edad de doce años y quedó impresionado por la presencia de quien le bastaba un instante para robar el corazón a quien le abriera su puerta.  Al recordar años más tarde ese primer encuentro con don Bosco decía: "La impresión que recibí fue la de ver en don Bosco un sacerdote singular, ya por el modo y la gracia con que me acogió, ya por el respeto con que le trataba mi buen párroco, mis maestros de Castelnuovo y los demás sacerdotes.  Jamás se borró ni disminuyó mi primera impresión, sino que se acrecentó durante los treinta y tres años que viví a su lado."

Contrario a Cagliero, a la mayoría de las personas les resulta difícil expresar las sensaciones experimentadas al momento de encontrarse junto a la urna que contenía las reliquias del padre, maestro y amigo de la juventud, pero cada uno conserva en su memoria la impresión del momento mágico que le ha permitido el diálogo esperado con el padre que escucha a sus hijos y les brinda las palabras de aliento que alimentan la esperanza cristiana.

Fe en Jesucristo, amor al carisma salesianos o en algunos casos incluso una chispa de curiosidad han catalizado el encuentro con Don Bosco y permitido que la multitud reciba la solicitada bendición.  Ha sido la intensidad del momento vivido que vuelve inexplicable para muchos los sentimientos que invadieron el alma, donde la conmoción llegaba a convertirse no sólo en lágrimas, sino también en expresión profunda de fe que veían en un hombre-santo la muestra fehaciente de la grandeza de un Dios-amor que hace de sus hijos ofrenda agradable a su presencia.  De este modo la visita se convertía en una invitación más a vivir la santidad que viene propuesta a todo bautizado, pero con el ingrediente de la alegría que caracteriza la santidad salesiana propuesta por Don Bosco.

Los lazos de comunión fueron estrechados por todos aquellos que desde antes de la visita prepararon con todo el esmero posible cada mínimo detalle para lograr la mayor solemnidad durante los momentos en que el santo estaría presente.  La presencia de Don Bosco entre nosotros ha sido momento oportuno para celebrar juntos nuestra fe y sentirnos unidos en comunidad, a imagen y semejanza del Dios verdadero quien es comunión intratrinitaria.

Ningún sacrificio fue obstáculo para personas de todas las edades que sin escatimar esfuerzos superaron grandes dificultades para poder acercarse a reconocer alguna gracia ya concedida en el pasado o impetrar la intervención ante alguna necesidad presente.  Así como el Santo turinés hacía en vida, el paso de sus reliquias ha obrado innumerables milagros en las personas que con fe ardiente han elevado su plegaria.

El recuerdo vivo de su presencia entre nosotros no ha de morir mientras viva un corazón que arda con el suyo, que vibre con su misma sensibilidad por los más necesitados y que celebre cada día la presencia del resucitado que busca instaurar entre nosotros el reino de justicia y paz propuesto para todos sus hijos.  Desde el que se contentaba simplemente con tomar una fotografía para subirla a facebook o twittear con el BB, el que se admiraba de su estatura o de sus zapatos, hasta el que necesitaba cerrar sus ojos y orar intensamente para solicitar su bendición, todos vivieron un momento irrepetible que ha quedado marcado cual tinta indeleble en su corazón.

Él desea que su mensaje sea llevado a todos aquellos que necesitan una mano amiga que les recuerde cuanto nos ama nuestro Padre celestial y cuan fácil es el camino de la santidad, que para nosotros consiste en estar siempre alegres.  Su espíritu es el que sopla en cada miembro de la Familia Salesiana que siente que su corazón ama como el de Don Bosco y recuerda que él sigue aquí con nosotros y nos anima a continuar este viaje hasta llegar a la pascua eterna. 

Se quedó para seguir obrando cada milagro que con fe sincera le sea solicitado y animarnos en esta ardua tarea cotidiana de hacer la voluntad del Padre.  Con su presencia continua entre nosotros sentimos renovado y purificado nuestro compromiso con él y como Cagliero también decimos: “Fraile o no, yo me quedo con Don Bosco”.

No hay comentarios: