sábado, 2 de octubre de 2010

Misión Continental y comunicación

P. Pablo Abreu, SDB 
abreusdb@hotmail.com 

Los cambios en la sociedad son posibles cuando los individuos que en ella habitan son capaces de reconocer los nuevos lenguajes que ayudan a ser más humano cada uno de los miembros que la componen.  En la actualidad, el miedo a la revolucionaria cultura mediática oscurece el horizonte del buen uso de las tecnologías en los procesos de evangelización que estamos llamados a realizar.


Los obispos de América Latina y el Caribe, reunidos del 13 al 31 de mayo de 2007, en la Conferencia de Aparecida, Brasil, indican la importancia de la comunicación al expresar que: “En nuestro siglo tan influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe, no pueden prescindir de esos medios”.

La gran Misión Continental, que llama a ser "discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos tengan en Él vida", reconoce en el mundo de la comunicación social uno de los nuevos areópagos donde debemos sembrar los valores del evangelio que van a favor de la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, la promoción de los marginados y la protección de la naturaleza.

Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la comunicación e información deben reforzar y estimular el intercambio de experiencias y de informaciones que intensifiquen la práctica religiosa a través de acompañamientos y orientaciones que los medios tradicionales no permiten.  Sólo reconociendo el impacto que ellos tienen será posible lograr los objetivos propuestos para hacer madurar la fe en nuestras tierras.

Es mandato divino el anunciar su mensaje y, por lo tanto, deberíamos declararnos culpables ante Dios si no empleáramos a favor de la evangelización los poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más.  Ellos son un don de Dios y con ellos debemos proclamar desde “las nuevas azoteas” (Cf. Mt 10, 27; Lc 12,3) la buena nueva de Jesucristo nuestro salvador.

Comentando más los peligros que los valores de la comunicación social nos alejaremos de un gran número de aquellos a quien el Señor nos envía; para ser efectivos discípulos y misioneros necesitamos ver en estos medios una versión moderna y eficaz de los “nuevos púlpitos” a través de los cuales se puede llegar a multitudes ansiosas de una palabra de aliento. 

Responder al desafío de la utilización del potencial que ofrecen los nuevos espacios de comunicación para proclamar el mensaje evangélico está en el centro de lo que significa seguir el mandato del Señor, de avanzar –sin vuelta atrás- “Duc in altum” (Lc 5,4).  

Para lograr este reto debemos “cambiar el chip” y asumir una visión más rica y amplia de comunicación.  La propuesta de la Misión Continental para producir este cambio implica: conocer y valorar esta nueva cultura, formar comunicadores profesionales comprometidos, educar la formación crítica en el uso de los medios de comunicación, suscitar leyes para promover una nueva cultura, y desarrollar una política de comunicación capaz de ayudar a encontrar su lugar en la misión evangelizadora.

Nuestro Fundador, San Juan Bosco, fue un visionario en este aspecto, y lejos de sentirse temeroso o amenazado por los medios, intuyó el valor de esa escuela de masas, que crea cultura y difunde modelos de vida; lo consideró uno de los campos prioritarios de la misión y utilizó todos los instrumentos y lenguajes de comunicación disponibles en su tiempo para la educación, como el teatro, las veladas y la música.

Hoy, como buenos hijos de Don Bosco, estamos llamados a reconocer estos nuevos lenguajes y asumir el reto que nos plantea la Iglesia ante la urgencia de utilizar mejor estas herramientas que Dios nos ha facilitado.  Es una delicada tarea que tenemos en las manos.

Me quedo con Don Bosco

P. Pablo Abreu, SDB 
abreusdb@hotmail.com




LA INOLVIDABLE VISITA QUE TRAjo bendiciones


El primer obispo y cardenal de la Congregación, Juan Cagliero, tuvo su primer encuentro con Don Bosco a la edad de doce años y quedó impresionado por la presencia de quien le bastaba un instante para robar el corazón a quien le abriera su puerta.  Al recordar años más tarde ese primer encuentro con don Bosco decía: "La impresión que recibí fue la de ver en don Bosco un sacerdote singular, ya por el modo y la gracia con que me acogió, ya por el respeto con que le trataba mi buen párroco, mis maestros de Castelnuovo y los demás sacerdotes.  Jamás se borró ni disminuyó mi primera impresión, sino que se acrecentó durante los treinta y tres años que viví a su lado."

Contrario a Cagliero, a la mayoría de las personas les resulta difícil expresar las sensaciones experimentadas al momento de encontrarse junto a la urna que contenía las reliquias del padre, maestro y amigo de la juventud, pero cada uno conserva en su memoria la impresión del momento mágico que le ha permitido el diálogo esperado con el padre que escucha a sus hijos y les brinda las palabras de aliento que alimentan la esperanza cristiana.

Fe en Jesucristo, amor al carisma salesianos o en algunos casos incluso una chispa de curiosidad han catalizado el encuentro con Don Bosco y permitido que la multitud reciba la solicitada bendición.  Ha sido la intensidad del momento vivido que vuelve inexplicable para muchos los sentimientos que invadieron el alma, donde la conmoción llegaba a convertirse no sólo en lágrimas, sino también en expresión profunda de fe que veían en un hombre-santo la muestra fehaciente de la grandeza de un Dios-amor que hace de sus hijos ofrenda agradable a su presencia.  De este modo la visita se convertía en una invitación más a vivir la santidad que viene propuesta a todo bautizado, pero con el ingrediente de la alegría que caracteriza la santidad salesiana propuesta por Don Bosco.

Los lazos de comunión fueron estrechados por todos aquellos que desde antes de la visita prepararon con todo el esmero posible cada mínimo detalle para lograr la mayor solemnidad durante los momentos en que el santo estaría presente.  La presencia de Don Bosco entre nosotros ha sido momento oportuno para celebrar juntos nuestra fe y sentirnos unidos en comunidad, a imagen y semejanza del Dios verdadero quien es comunión intratrinitaria.

Ningún sacrificio fue obstáculo para personas de todas las edades que sin escatimar esfuerzos superaron grandes dificultades para poder acercarse a reconocer alguna gracia ya concedida en el pasado o impetrar la intervención ante alguna necesidad presente.  Así como el Santo turinés hacía en vida, el paso de sus reliquias ha obrado innumerables milagros en las personas que con fe ardiente han elevado su plegaria.

El recuerdo vivo de su presencia entre nosotros no ha de morir mientras viva un corazón que arda con el suyo, que vibre con su misma sensibilidad por los más necesitados y que celebre cada día la presencia del resucitado que busca instaurar entre nosotros el reino de justicia y paz propuesto para todos sus hijos.  Desde el que se contentaba simplemente con tomar una fotografía para subirla a facebook o twittear con el BB, el que se admiraba de su estatura o de sus zapatos, hasta el que necesitaba cerrar sus ojos y orar intensamente para solicitar su bendición, todos vivieron un momento irrepetible que ha quedado marcado cual tinta indeleble en su corazón.

Él desea que su mensaje sea llevado a todos aquellos que necesitan una mano amiga que les recuerde cuanto nos ama nuestro Padre celestial y cuan fácil es el camino de la santidad, que para nosotros consiste en estar siempre alegres.  Su espíritu es el que sopla en cada miembro de la Familia Salesiana que siente que su corazón ama como el de Don Bosco y recuerda que él sigue aquí con nosotros y nos anima a continuar este viaje hasta llegar a la pascua eterna. 

Se quedó para seguir obrando cada milagro que con fe sincera le sea solicitado y animarnos en esta ardua tarea cotidiana de hacer la voluntad del Padre.  Con su presencia continua entre nosotros sentimos renovado y purificado nuestro compromiso con él y como Cagliero también decimos: “Fraile o no, yo me quedo con Don Bosco”.