viernes, 19 de noviembre de 2010

Renacer en navidad

P. Pablo Abreu, SDB 
abreusdb@hotmail.com

 

“Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor” (Lc 2,14). Que sublime es el relato del evangelista San Lucas cuando en su segundo capítulo nos narra la historia que da pie a la celebración de la navidad: el nacimiento de Jesús.

Vivir en su sentido pleno la mágica época de la navidad (del latín “natívitas” que significa nacimiento o generación) implica necesariamente integrar en nuestra celebración el nacimiento de Jesucristo como un anuncio de cambio y transformación en nuestras vidas. Al igual que los pastores y los magos, quienes fueron impactados de manera extraordinaria luego de ser testigos de tan grande acto de amor, en nosotros debe ocurrir un cambio de actitud que genere una nueva vida.

El amor de Dios, que es tan grande y supremo, se hizo carne para que pudiéramos experimentar cuanto nos ama Dios. Es por esta razón, que la navidad es un momento de esperanza, de paz, de acción de gracias, de transformación interior. Es tiempo de compartir y darnos al prójimo de modo incondicional, porque esto fue lo que Jesucristo hizo por toda la humanidad.

Limpiar la casa, preparar la suculenta cena, comprar los regalos, celebrar y bailar tiene sentido si opera en nosotros –en nuestro interior- el deseo de renacer con espíritu nuevo a la una vida más coherente con los principios que desde el pesebre proclamó el niño Dios.

La navidad es el recuerdo de que el Amor renace en nosotros, y que nosotros renacemos a una vida en paz con una nueva oportunidad para ser felices. Esta navidad abramos el corazón sin temor al amor de Dios. Que veamos la gloria y el esplendor de Jesús y reconozcamos que solo él puede hacer la diferencia en los que preparan una posada en su corazón. Permitamos que el Espíritu Santo ilumine nuestras vidas y que podamos hacer florecer el amor que produce en nosotros el nacimiento de Jesús.

¡Feliz Navidad y Próspero año nuevo para todos!